notlotoffun.jpg

2024/04/26 - 22:03

The Metamorphosis. By G.S. Trujillo (Spanish version)

La Metamorfosis es la historia de un viajante de comercio, Gregor Samsa, que una mañana se despertó convertido en un monstruoso insecto. Y no se trata de un sueño, sino de una metamorfosis real, simple y llanamente, sin ninguna retórica de por medio. Ante este hecho increíble Kafka no hace concesiones realistas, y mantiene la nueva condición de su personaje hasta el final. Esto hace de La Metamorfosis una obra de ficción dura, a la manera de La Odisea (con la que está muy relacionada, además), o los cuentos de hadas del Medioevo, particularmente aquellos en los que una malvada hechicera convierte al Príncipe Azul en un animal repugnante.

De otro lado, la obra tiene un alto contenido autobiográfico, y pertenece a una trilogía sobre el tema del matrimonio en relación con el individuo, la familia y la sociedad, escrita por Kafka. En La Condena el asunto es el compromiso matrimonial asumido como traición a la vocación literaria; en La Metamorfosis hay una mirada del matrimonio y las relaciones familiares desde una perspectiva masoquista e incestuosa; en El Proceso se trata ya de un ajuste de cuentas relacionado con la incapacidad de cumplir los compromisos adquiridos y que, de acuerdo a una ley no escrita, debe pagar. En los tres casos la historia termina con la muerte del protagonista.

La Metamorfosis está construida con base en un nivel de ficción que tiene dos planos, Crimen y Castigo de Dostoievski y La Venus de las Pieles de Leopold von Sacher-Masoch, superpuestos de tal forma que hacen contacto con un nivel real también compuesto por dos planos, las relaciones familiares y sus sueños con Felice. Kafka logra, mediante la fusión de estos dos niveles, una realidad fantástica que le permite expresar sus temores y deseos más profundos en un lenguaje poético que hace de La Metamorfosis un clásico del erotismo, condición que hasta el momento no ha sido considerada. (Semejante pléyade reunida en La Metamorfosis -Kafka, Sacher-Masoch y Dostoievski- hace de esta obra una cumbre del masoquismo.)

PRIMERA PARTE:

La Metamorfosis consta de tres partes: en la primera se describe la transformación de Gregorio y la reacción de la familia ante el hecho; en la segunda se presenta la nueva cotidianidad de la familia, cuya frágil estabilidad se rompe con el enfrentamiento entre Gregorio y la hermana; y en la parte final, que termina con su muerte, asistimos al intento fallido de Gregorio por reconquistar a la hermana.

El primer plano sobre el que Kafka construye la obra es la novela

de Dostoievski, la cual suministra la base textual que Kafka

varía ligeramente -mediante sustituciones, principalmente- para

adaptarla a las intenciones de su propia historia. En el caso de la primera parte de La Metamorfosis, Kafka toma tres despertares de Raskolnikov -como animal, como asesino y como culpable-, con los que monta las primera escenas del relato. El hecho de que Kafka elija estas escenas de Crimen y castigo nos hace sospechar de entrada de la versión de un Gregorio angelical, víctima de la familia y de la sociedad, como tradicionalmente se le ha considerado.

La Metamorfosis se inicia con el despertar de Gregorio convertido en insecto. Kafka lo describe en un primer párrafo que hace parte de los comienzos inolvidables de la literatura: "Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso. Estaba echado sobre el quitinoso caparazón de su espalda, y al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia".

Este extraordinario comienzo es una variante del principio del tercer capítulo de la primera parte de Crimen y Castigo, donde Dostoievski describe el estado de abandono y soledad en que se encontraba Raskolnikov, al que describe como un animal enconchado: "A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Se levantó bilioso, irritado, de mal humor, y consideró su habitación con odio. Era una jaula minúscula, de no más de seis pies de largo, y tenía un aspecto miserable con su papel amarillento y lleno de polvo colgando en jirones de las paredes. [...] Raskolnikov se había retirado deliberadamente lejos de la compañía de los hombres, como una tortuga bajo su caparazón...".

El insecto de La Metamorfosis nace cuando Kafka transforma el "gusano", la "alimaña", la "cucaracha", el "piojo estético" en que se ha convertido Raskolnikov, en un "insecto real", utilizando una de sus herramientas más poderosas: la literalidad. Con ella desmonta la metáfora que sostiene al "insecto moral", dejando sólo el "bicho", sin ningún calificativo, lo que lleva la metáfora a límites no explorados hasta entonces en el mundo de la literatura. Es así como, llegando al fondo de las palabras, Kafka hace de su estilo un estilo duro como roca y transparente como agua pura.

En el origen de la labrada tragedia de Raskolnikov hay una teoría según la cual los hombres se dividen en "ordinarios" y "extraordinarios", siéndole a éstos permitido trasgredir la ley cuando ella se interpone en el camino de un glorioso destino. El caso de Napoleón sedujo particularmente a Raskolnikov, quien quiso poner a prueba su teoría mediante un experimento moral y, de esta manera, decidir si él era un Napoleón o un "animal tembloroso". Pero Raskolnikov no era un Napoleón, sino "un piojo estético": "!Un Napoleón no se metería debajo de la cama de una vieja usurera!"

Kafka saca su personaje de las entrañas de Raskolnikov, pero no lo hace su igual, pues si Raskolnikov sueña con ser Napoleón, Gregorio, según el retrato que cuelga de una de las paredes del comedor de la familia Samsa, es Napoleón: "En el lienzo de pared que daba justo frente a Gregorio, colgaba un retrato de éste, hecho durante su servicio militar, que lo representaba con su uniforme de teniente, la mano sobre la espada, sonriendo con despreocupación y un aire que parecía exigir respeto por su indumento y su actitud". En un apunte de su diario del 17 de octubre de 1911, Kafka menciona esta imagen que le gustaba particularmente: "Cuando pienso en esta anécdota: Napoleón cuenta en la mesa real de la corte de Erfurt: "Cuando yo era un simple teniente en el quinto regimiento..." (las altezas reales se miran, turbadas, Napoleón lo advierte y se corrige), "cuando yo tenía el

honor de ser un simple teniente..." se me hinchan las arterias del cuello con el orgullo que, ligeramente simpatizante con el protagonista, me emociona artificialmente".

Kafka continúa la primera escena trayendo a cuento la tarde del asesinato, cuando Raskolnikov se despierta hacia las seis y media, sin haber hecho aún los preparativos del crimen, teniendo que estar en casa de la vieja a eso de las siete, hora en que la encontraría sola. Raskolnikov piensa que vive una pesadilla, y aún no se imagina que va a tomar el hacha y le va a partir el cráneo a la vieja. Gregorio, a su vez, reflexiona sobre lo que le está sucediendo y se dice a sí mismo que todo no es más que una pesadilla, que debe olvidarse de todas estas fantasías y tomar el tren que sale a las siete, para lo cual debe apresurarse. Pero no logra decidirse a abandonar la cama, mientras las agujas del reloj siguen avanzando. Raskolnikov y Gregorio están cortos de tiempo y la reacción inicial de ambos es igual:

"Gregorio dirigió [...] la vista hacia la ventana... [luego] Volvió los ojos hacia el despertador, que hacía tictac encima del baúl

-(Raskolnikov) de repente, oyó claramente dar la hora en un reloj. Se estremeció, abrió los ojos, levantó la cabeza y miró por la ventana, para calcular la hora)". Gregorio: -"!Santo Dios!", exclamó para sus adentros. Eran las seis y media, y las agujas seguían avanzando tranquilamente" - (Raskolnikov: "Y quizá habían dado ya las seis... -!Hace rato que dieron las seis! !Hace rato! !Santo Dios!")

"El muestrario de Gregorio no estaba aun empaquetado" y Raskolnikov se extrañaba de "que aun no hubiera preparado nada". Finalmente: "Ya las siete -se dijo Gregorio al oír de nuevo el despertador-. !Las siete ya, y todavía continúa la niebla!". Para Raskolnikov en algún reloj sonó una campanada: "!No es posible! Las siete y media ya? Seguramente adelanta...".

En el tercer despertar que Kafka recrea, y que inicia la segunda parte de Crimen y Castigo, Raskolnikov es ya un asesino. Este, tan pronto comete el crimen, regresa a su habitación donde pasa una noche entre el delirio y la pesadilla. A la mañana siguiente lo despiertan unos fuertes golpes en la puerta, sin saber qué hacer, es presa del terror, pues piensa que han venido por él a causa de su crimen. Se trata del portero y la criada que vienen a entregarle una citación de la comisaría. La criada le pregunta si está enfermo, y si teme que se lo roben que ahora echa el cerrojo por dentro -"Quién habrá cerrado con aldabilla? -replicó Nastasia, la criada-. !Qué listo! !Ahora cierra por dentro!...".

En La Metamorfosis los que entran en escena son la familia, que tan pronto se entera de que Gregorio aún permanece en su habitación, llaman a la puerta y le informan la hora; luego, le preguntan si está enfermo; y, finalmente, le piden que abra la puerta. Pero Gregorio no piensa abrir ni mucho menos, y se felicita de su costumbre, adquirida en los viajes de negocios, de cerrar la puerta de la habitación por dentro, incluso en su propia casa.

El tipo y el orden de las escenas seleccionadas por Kafka para montar el texto de la primera parte del relato son coherentes con la historia que le sirve de base, y no cabe duda de que Gregorio como Raskolnikov es culpable. Pero de qué, cuál es su crimen? La respuesta viene en el segundo párrafo y está enfrente de la cama de Gregorio, a la que éste tan pronto se da cuenta de su transformación, mira como pudo mirar Sansón a Dalila antes perder la vista:

"Qué ha sucedido? No, no soñaba. Su habitación, aunque excesivamente reducida, aparecía como de ordinario entre sus cuatro harto reducidas paredes. Presidiendo la mesa, sobre la cual estaba esparcido un muestrario de telas -Samsa era viajante de comercio-, colgaba una estampa poco antes recortada de una revista ilustrada y puesta en un lindo marco dorado. Representaba una señora tocada con un gorro de pieles, envuelta en una lona también de pieles, y que, muy erguida, esgrimía contra el espectador un amplio manguito, asimismo de piel, dentro del cual se perdía todo su antebrazo".

Gregorio no es un asesino como Raskolnikov, sino un ultrasentimental, que se pierde por una muy conocida mujer, "La Venus de las Pieles", cuyo retrato original se encontraba en San Petersburgo, lugar de residencia de Raskolnikov -el amigo de San Petersburgo-. Gregor Samsa compartía su objeto de deseo con Sacher-Masoch, su doble, con quien se identificaba hasta el punto de asumir secretamente su identidad mediante una permutación, ya que Gregor Samsa es un anagrama de Sacher-Masoch. Además, el protagonista de La Venus de las Pieles, Severino Kusinski, como esclavo de la Dama de las Pieles toma el nombre de Gregorio por mandato de su señora, con lo que la identificación resulta múltiple. Como dijo Brod, esos impuros asuntos de mujeres influyeron mucho, sin imaginar hasta dónde, en la obra de Kafka.

Una técnica que Kafka utiliza en su obra a partir de La Metamorfosis es la de colgar de las paredes retratos, que representan personajes importantes en la obra, que actúan tras bambalinas, imprimiendo un rumbo al relato distinto del original que le sirve de soporte textual. El segundo plano de ficción, La Venus de las Pieles, nos proporciona la identidad de los protagonistas a través de un retrato y de un nombre. Mucho se discutió si la obra de Kafka presentaba claves ó no, llevando las de perder los que estaban por la afirmativa, pues nunca las encontraron, dando lugar la obra de Kafka a un sin fin de interpretaciones.

Gregor Samsa -Sacher-Masoch- es Franz Kafka por lo que la dama del retrato -Wanda Dunaiev- es Felice Bauer, su flamante novia, quien le inspira la historia. En una carta del primero de noviembre de 1912 a Felice, Kafka señala la estrecha relación que existe entre ella y su obra, y alude a la génesis de La Metamorfosis, cuando le confiesa que, desde la tarde aquella en que le escribía por primera vez, "he tenido una sensación como si en mi pecho hubiera una brecha a través de la cual una fuerza succionante e incontrolada tirara de mis entrañas hacia afuera y hacia adentro, hasta que una noche, en la cama, al acordarme de una historia bíblica se me evidenciaron al mismo tiempo tanto la

necesidad de aquella sensación como la veracidad de dicha historia".

Kafka no le dice a Felipe de qué historia se trata, pero sin duda es la historia que sirvió a Sacher-Masoch de epigrama a su novela: "Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer" (Libro de Judit, 16, cap. VII). Kafka debió ver con terrible precisión que "desde Holofernes y Agamenón hasta aquí, la pasión ciega, la voluptuosidad ha llevado siempre al hombre al seno que le tiende la mujer..., la miseria, la esclavitud, la muerte". En el diario de Severino-Gregorio leemos: "Me desayuné bajo la bóveda verde y me puse a leer el libro de Judit, envidiando el furor de Holofernes el Gentil, la real mujer que le decapitó y hasta su hermosa

muerte."

"Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer".

Me choca esa frase.

!Cuán poco galantes los judíos! Su Dios pudo elegir mejor expresión

para el bello sexo.

"Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer", me repetía entre tanto. Qué podría hacer yo para que me castigase?"

La Venus de las Pieles está inspirada en la baronesa Fanny von Pistor, una mujer "de belleza extraña, diabólica, de cabellos rojizos cuyo esplendor desafiaba toda descripción, con algo mágico y fascinante como la mirada de una serpiente", que Leopold von Sacher-Masoch, idealiza en Wanda Dunaiev, la protagonista de la novela. Sacher-Masoch, que soñaba reiteradamente con una hermosa sultana que lo hacía esclavo en un palacio de Turquía, plasma en esta obra su ideal femenino: una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano, que le inflige toda clase de castigos y humillaciones, de acuerdo con un contrato firmado previamente entre Severino Kusinski y Wanda Duaniev, en el que aquel acepta ser su esclavo, estándole a ella permitido hacer con su amante lo que a bien tenga. Para Sacher-Masoch este asunto iba en serio, como lo demuestra el hecho de haber vivido su fantasía en la realidad al formalizar un contrato con Aurora Rümelin, quien aceptó encantada esclavizar al escritor, con quien se casó, adoptando el nombre de Wanda, como la protagonista de la novela. Así, Sacher-Masoch se convirtió en el personaje de ficción que él mismo había imaginado y creado.

Para Kafka las cosas funcionan distinto, pues parte de una fantasía

-La Venus de las Pieles-, que le inspira una relación real -con Felice Bauer- que logra satisfacer mediante una ficción en La Metamorfosis. La literatura para él es un mecanismo que le proporciona y le satisface sus fantasías. En el caso de La Metamorfosis le permite vivir el matrimonio en la virtualidad literaria, que actúa como sustituto del matrimonio real, al cual exorciza. Por eso, el ideal que inspira la obra y el ideal que lo encarna, que en la La Venus de las Pieles son dos mujeres que actúan como polos a través de los cuales circula la literatura la ficción-, son en La Metamorfosis_, una misma mujer -Felice Bauer- que circula a través de dos polos de ficción. Por lo demás, esta mujer que sirve de "conductora" de la fantasía de Franz Kafka no precisa ser una hermosa baronesa, pues de hecho Kafka, cuando vió a Felice por primera vez, la confundió con una criada a la que, en los primeros tiempos, no era capaz de mirar de frente por el brillo infernal de sus dientes de oro.

Gregorio se ha transformado en un insecto al entregarse a la dama de las pieles, que lo ha hecho su esclavo, y aún no sabe si su condición es permanente o momentánea. La puerta de su habitación separa el mundo de la fantasía del de la realidad, estando ésta del lado donde su familia y el trabajo lo reclaman. Gregorio no se anima a enfrentarse con la realidad hasta cuando el gerente llega e insinúa que Gregorio quiere robarle al almacén. Este logra entonces abandonar la cama y se dirige a la puerta, que abre con mucha dificultad.

Al salir Gregorio, el gerente da un grito y retrocede, la madre se desmaya, y el padre rompe a llorar. Gregorio trata de calmar al gerente y evitar el despido, pero éste huye como alma que lleva el diablo. Ante ésto, el padre se enfurece y empuja brutalmente a Gregorio a su habitación, dando patadas y blandiendo un bastón en una mano y un periódico en la otra.

En esta dramática escena con la que termina la primera parte, una de las mejor logradas de la historia e inspirada en el reencuentro de Raskolnikov con la madre y la hermana en su pequeña habitación de San Petersburgo, Kafka nos da una idea de cuales eran sus relaciones con la familia y el trabajo, que por los días en que escribió la historia eran en extremo malas. El padre aparece como un ser tiránico y brutal, y la madre es presentada como un ser débil y sin carácter. En cuanto a la hermana, Kafka la aleja de esta escena mandándola a buscar al médico, quizás por delicadeza con sus hermanas, con quienes dice llevarse bien, a diferencia de su padre con el que se aborrecen mutua y decididamente,

según le escribe a Felice una semana antes de comenzar el relato.

Gregorio no será nunca más un hombre libre, condenándose a sí mismo para siempre a la animalidad. Esta transformación es voluntaria y de ella nada sabía su familia, que no tenía noticia de que algo semejante hubiera ocurrido alguna vez en la familia o entre vecinos, considerando la metamorfosis de Gregorio como una verdadera maldición. Gregorio atormenta a su familia hasta límites infrahumanos, impidiéndole llevar una vida normal, al hacer suyas las palabras del amargado ratón de las Memorias del Subsuelo, uno de sus antepasados directos: "Se que os tengo atormentados, que os hago sufrir, que no dejo que nadie duerma en la casa. Pues bien, no durmáis, daos cuenta a cada instante de que me

duelen las muelas. Ya no soy para vosotros un héroe como trataba de parecer antes, sino un ser vil, un bribón. !Nada me importa! Me alegro mucho de que sepáis como soy. Os repugna mucho oír mis viles gemidos? !Pues fastidiaros! !Vais a ver ahora que trino os preparo!".

En un principio, Kafka concibió La Metamorfosis como un pequeño cuento que terminaba con la primera parte de la historia. De haberse mantenido el plan inicial de la obra, La Metamorfosis sería entonces una pequeña joya del humor negro, con íntimas resonancias eróticas difíciles de percibir, y asimiladas por el desconcertado lector a un simple sueño. Pero una vez terminada la primera parte, Kafka siente un "deseo ilimitado" de verterse en la historia, un "deseo indómito" de proseguirla y el 23 de noviembre escribe a Felice que la "pequeña historia" "calladamente empieza a convertirse en una historia mayor". La historia es "algo tremebunda" y se titula La Metamorfosis_... Al día siguiente, lee la primera parte a sus amigos, que suponen se trata

de una lectura completa de la obra, según el testimonio que nos ha dejado de dicha lectura Max Brod. (Tiempo después, cuando Musil le pide a Kafka suprimir una tercera parte de La Metamorfosis para publicarla en la revista alemana Die Neue Rundschau, Kafka le responde que publique sólo la primera parte y con eso la historia queda reducida en dos terceras partes. Misil se desconcertó, con la propuesta, pero no tanto como Kafka.)

El domingo 24 de noviembre día en que Kafka hace la lectura a sus amigos, le presenta a Felice la historia en los siguientes términos: "Mi amor, pero que extremadamente repulsiva es la historia que acabo de apartar a un lado para recuperarme pensando en ti. Ha avanzado ya hasta un poco más de la mitad, y en su conjunto no estoy descontento con ella, pero en cuanto nauseabunda, lo es de un modo ilimitado, y cosas como esas, te das cuenta, provienen del mismo corazón en el que tu habitas y toleras como morada. No te entristezcas por esto, pues, quién sabe, cuanto más escriba y más me libere, más puro y digno de tí llegue quizás a ser, si bien quedan aún, desde luego, muchas cosas en mí que es preciso echar fuera, y las noches no podrán ser lo suficientemente largas para un quehacer, por lo demás, tan en el más alto grado voluptuoso".

La Metamorfosis es la historia de un viajante de comercio, Gregor Samsa, que una mañana se despertó convertido en un monstruoso insecto. Y no se trata de un sueño, sino de una metamorfosis real, simple y llanamente, sin ninguna retórica de por medio. Ante este hecho increíble Kafka no hace concesiones realistas, y mantiene la nueva condición de su personaje hasta el final. Esto hace de La Metamorfosis una obra de ficción dura, a la manera de La Odisea (con la que está muy relacionada, además), o los cuentos de hadas del Medioevo, particularmente aquellos en los que una malvada hechicera convierte al Príncipe Azul en un animal repugnante.

De otro lado, la obra tiene un alto contenido autobiográfico, y pertenece a una trilogía sobre el tema del matrimonio en relación con el individuo, la familia y la sociedad, escrita por Kafka. En La Condena el asunto es el compromiso matrimonial asumido como traición a la vocación literaria; en La Metamorfosis hay una mirada del matrimonio y las relaciones familiares desde una perspectiva masoquista e incestuosa; en El Proceso se trata ya de un ajuste de cuentas relacionado con la incapacidad de cumplir los compromisos adquiridos y que, de acuerdo a una ley no escrita, debe pagar. En los tres casos la historia termina con la muerte del protagonista.

La Metamorfosis está construida con base en un nivel de ficción que tiene dos planos, Crimen y Castigo de Dostoievski y La Venus de las Pieles de Leopold von Sacher-Masoch, superpuestos de tal forma que hacen contacto con un nivel real también compuesto por dos planos, las relaciones familiares y sus sueños con Felice. Kafka logra, mediante la fusión de estos dos niveles, una realidad fantástica que le permite expresar sus temores y deseos más profundos en un lenguaje poético que hace de La Metamorfosis un clásico del erotismo, condición que hasta el momento no ha sido considerada. (Semejante pléyade reunida en La Metamorfosis -Kafka, Sacher-Masoch y Dostoievski- hace de esta obra una cumbre del masoquismo.)

PRIMERA PARTE:

La Metamorfosis consta de tres partes: en la primera se describe la transformación de Gregorio y la reacción de la familia ante el hecho; en la segunda se presenta la nueva cotidianidad de la familia, cuya frágil estabilidad se rompe con el enfrentamiento entre Gregorio y la hermana; y en la parte final, que termina con su muerte, asistimos al intento fallido de Gregorio por reconquistar a la hermana.

El primer plano sobre el que Kafka construye la obra es la novela

de Dostoievski, la cual suministra la base textual que Kafka

varía ligeramente -mediante sustituciones, principalmente- para

adaptarla a las intenciones de su propia historia. En el caso de la primera parte de La Metamorfosis, Kafka toma tres despertares de Raskolnikov -como animal, como asesino y como culpable-, con los que monta las primera escenas del relato. El hecho de que Kafka elija estas escenas de Crimen y castigo nos hace sospechar de entrada de la versión de un Gregorio angelical, víctima de la familia y de la sociedad, como tradicionalmente se le ha considerado.

La Metamorfosis se inicia con el despertar de Gregorio convertido en insecto. Kafka lo describe en un primer párrafo que hace parte de los comienzos inolvidables de la literatura: "Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso. Estaba echado sobre el quitinoso caparazón de su espalda, y al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia".

Este extraordinario comienzo es una variante del principio del tercer capítulo de la primera parte de Crimen y Castigo, donde Dostoievski describe el estado de abandono y soledad en que se encontraba Raskolnikov, al que describe como un animal enconchado: "A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Se levantó bilioso, irritado, de mal humor, y consideró su habitación con odio. Era una jaula minúscula, de no más de seis pies de largo, y tenía un aspecto miserable con su papel amarillento y lleno de polvo colgando en jirones de las paredes. [...] Raskolnikov se había retirado deliberadamente lejos de la compañía de los hombres, como una tortuga bajo su caparazón...".

El insecto de La Metamorfosis nace cuando Kafka transforma el "gusano", la "alimaña", la "cucaracha", el "piojo estético" en que se ha convertido Raskolnikov, en un "insecto real", utilizando una de sus herramientas más poderosas: la literalidad. Con ella desmonta la metáfora que sostiene al "insecto moral", dejando sólo el "bicho", sin ningún calificativo, lo que lleva la metáfora a límites no explorados hasta entonces en el mundo de la literatura. Es así como, llegando al fondo de las palabras, Kafka hace de su estilo un estilo duro como roca y transparente como agua pura.

En el origen de la labrada tragedia de Raskolnikov hay una teoría según la cual los hombres se dividen en "ordinarios" y "extraordinarios", siéndole a éstos permitido trasgredir la ley cuando ella se interpone en el camino de un glorioso destino. El caso de Napoleón sedujo particularmente a Raskolnikov, quien quiso poner a prueba su teoría mediante un experimento moral y, de esta manera, decidir si él era un Napoleón o un "animal tembloroso". Pero Raskolnikov no era un Napoleón, sino "un piojo estético": "!Un Napoleón no se metería debajo de la cama de una vieja usurera!"

Kafka saca su personaje de las entrañas de Raskolnikov, pero no lo hace su igual, pues si Raskolnikov sueña con ser Napoleón, Gregorio, según el retrato que cuelga de una de las paredes del comedor de la familia Samsa, es Napoleón: "En el lienzo de pared que daba justo frente a Gregorio, colgaba un retrato de éste, hecho durante su servicio militar, que lo representaba con su uniforme de teniente, la mano sobre la espada, sonriendo con despreocupación y un aire que parecía exigir respeto por su indumento y su actitud". En un apunte de su diario del 17 de octubre de 1911, Kafka menciona esta imagen que le gustaba particularmente: "Cuando pienso en esta anécdota: Napoleón cuenta en la mesa real de la corte de Erfurt: "Cuando yo era un simple teniente en el quinto regimiento..." (las altezas reales se miran, turbadas, Napoleón lo advierte y se corrige), "cuando yo tenía el

honor de ser un simple teniente..." se me hinchan las arterias del cuello con el orgullo que, ligeramente simpatizante con el protagonista, me emociona artificialmente".

Kafka continúa la primera escena trayendo a cuento la tarde del asesinato, cuando Raskolnikov se despierta hacia las seis y media, sin haber hecho aún los preparativos del crimen, teniendo que estar en casa de la vieja a eso de las siete, hora en que la encontraría sola. Raskolnikov piensa que vive una pesadilla, y aún no se imagina que va a tomar el hacha y le va a partir el cráneo a la vieja. Gregorio, a su vez, reflexiona sobre lo que le está sucediendo y se dice a sí mismo que todo no es más que una pesadilla, que debe olvidarse de todas estas fantasías y tomar el tren que sale a las siete, para lo cual debe apresurarse. Pero no logra decidirse a abandonar la cama, mientras las agujas del reloj siguen avanzando. Raskolnikov y Gregorio están cortos de tiempo y la reacción inicial de ambos es igual:

"Gregorio dirigió [...] la vista hacia la ventana... [luego] Volvió los ojos hacia el despertador, que hacía tictac encima del baúl

-(Raskolnikov) de repente, oyó claramente dar la hora en un reloj. Se estremeció, abrió los ojos, levantó la cabeza y miró por la ventana, para calcular la hora)". Gregorio: -"!Santo Dios!", exclamó para sus adentros. Eran las seis y media, y las agujas seguían avanzando tranquilamente" - (Raskolnikov: "Y quizá habían dado ya las seis... -!Hace rato que dieron las seis! !Hace rato! !Santo Dios!")

"El muestrario de Gregorio no estaba aun empaquetado" y Raskolnikov se extrañaba de "que aun no hubiera preparado nada". Finalmente: "Ya las siete -se dijo Gregorio al oír de nuevo el despertador-. !Las siete ya, y todavía continúa la niebla!". Para Raskolnikov en algún reloj sonó una campanada: "!No es posible! Las siete y media ya? Seguramente adelanta...".

En el tercer despertar que Kafka recrea, y que inicia la segunda parte de Crimen y Castigo, Raskolnikov es ya un asesino. Este, tan pronto comete el crimen, regresa a su habitación donde pasa una noche entre el delirio y la pesadilla. A la mañana siguiente lo despiertan unos fuertes golpes en la puerta, sin saber qué hacer, es presa del terror, pues piensa que han venido por él a causa de su crimen. Se trata del portero y la criada que vienen a entregarle una citación de la comisaría. La criada le pregunta si está enfermo, y si teme que se lo roben que ahora echa el cerrojo por dentro -"Quién habrá cerrado con aldabilla? -replicó Nastasia, la criada-. !Qué listo! !Ahora cierra por dentro!...".

En La Metamorfosis los que entran en escena son la familia, que tan pronto se entera de que Gregorio aún permanece en su habitación, llaman a la puerta y le informan la hora; luego, le preguntan si está enfermo; y, finalmente, le piden que abra la puerta. Pero Gregorio no piensa abrir ni mucho menos, y se felicita de su costumbre, adquirida en los viajes de negocios, de cerrar la puerta de la habitación por dentro, incluso en su propia casa.

El tipo y el orden de las escenas seleccionadas por Kafka para montar el texto de la primera parte del relato son coherentes con la historia que le sirve de base, y no cabe duda de que Gregorio como Raskolnikov es culpable. Pero de qué, cuál es su crimen? La respuesta viene en el segundo párrafo y está enfrente de la cama de Gregorio, a la que éste tan pronto se da cuenta de su transformación, mira como pudo mirar Sansón a Dalila antes perder la vista:

"Qué ha sucedido? No, no soñaba. Su habitación, aunque excesivamente reducida, aparecía como de ordinario entre sus cuatro harto reducidas paredes. Presidiendo la mesa, sobre la cual estaba esparcido un muestrario de telas -Samsa era viajante de comercio-, colgaba una estampa poco antes recortada de una revista ilustrada y puesta en un lindo marco dorado. Representaba una señora tocada con un gorro de pieles, envuelta en una lona también de pieles, y que, muy erguida, esgrimía contra el espectador un amplio manguito, asimismo de piel, dentro del cual se perdía todo su antebrazo".

Gregorio no es un asesino como Raskolnikov, sino un ultrasentimental, que se pierde por una muy conocida mujer, "La Venus de las Pieles", cuyo retrato original se encontraba en San Petersburgo, lugar de residencia de Raskolnikov -el amigo de San Petersburgo-. Gregor Samsa compartía su objeto de deseo con Sacher-Masoch, su doble, con quien se identificaba hasta el punto de asumir secretamente su identidad mediante una permutación, ya que Gregor Samsa es un anagrama de Sacher-Masoch. Además, el protagonista de La Venus de las Pieles, Severino Kusinski, como esclavo de la Dama de las Pieles toma el nombre de Gregorio por mandato de su señora, con lo que la identificación resulta múltiple. Como dijo Brod, esos impuros asuntos de mujeres influyeron mucho, sin imaginar hasta dónde, en la obra de Kafka.

Una técnica que Kafka utiliza en su obra a partir de La Metamorfosis es la de colgar de las paredes retratos, que representan personajes importantes en la obra, que actúan tras bambalinas, imprimiendo un rumbo al relato distinto del original que le sirve de soporte textual. El segundo plano de ficción, La Venus de las Pieles, nos proporciona la identidad de los protagonistas a través de un retrato y de un nombre. Mucho se discutió si la obra de Kafka presentaba claves ó no, llevando las de perder los que estaban por la afirmativa, pues nunca las encontraron, dando lugar la obra de Kafka a un sin fin de interpretaciones.

Gregor Samsa -Sacher-Masoch- es Franz Kafka por lo que la dama del retrato -Wanda Dunaiev- es Felice Bauer, su flamante novia, quien le inspira la historia. En una carta del primero de noviembre de 1912 a Felice, Kafka señala la estrecha relación que existe entre ella y su obra, y alude a la génesis de La Metamorfosis, cuando le confiesa que, desde la tarde aquella en que le escribía por primera vez, "he tenido una sensación como si en mi pecho hubiera una brecha a través de la cual una fuerza succionante e incontrolada tirara de mis entrañas hacia afuera y hacia adentro, hasta que una noche, en la cama, al acordarme de una historia bíblica se me evidenciaron al mismo tiempo tanto la

necesidad de aquella sensación como la veracidad de dicha historia".

Kafka no le dice a Felipe de qué historia se trata, pero sin duda es la historia que sirvió a Sacher-Masoch de epigrama a su novela: "Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer" (Libro de Judit, 16, cap. VII). Kafka debió ver con terrible precisión que "desde Holofernes y Agamenón hasta aquí, la pasión ciega, la voluptuosidad ha llevado siempre al hombre al seno que le tiende la mujer..., la miseria, la esclavitud, la muerte". En el diario de Severino-Gregorio leemos: "Me desayuné bajo la bóveda verde y me puse a leer el libro de Judit, envidiando el furor de Holofernes el Gentil, la real mujer que le decapitó y hasta su hermosa

muerte."

"Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer".

Me choca esa frase.

!Cuán poco galantes los judíos! Su Dios pudo elegir mejor expresión

para el bello sexo.

"Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer", me repetía entre tanto. Qué podría hacer yo para que me castigase?"

La Venus de las Pieles está inspirada en la baronesa Fanny von Pistor, una mujer "de belleza extraña, diabólica, de cabellos rojizos cuyo esplendor desafiaba toda descripción, con algo mágico y fascinante como la mirada de una serpiente", que Leopold von Sacher-Masoch, idealiza en Wanda Dunaiev, la protagonista de la novela. Sacher-Masoch, que soñaba reiteradamente con una hermosa sultana que lo hacía esclavo en un palacio de Turquía, plasma en esta obra su ideal femenino: una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano, que le inflige toda clase de castigos y humillaciones, de acuerdo con un contrato firmado previamente entre Severino Kusinski y Wanda Duaniev, en el que aquel acepta ser su esclavo, estándole a ella permitido hacer con su amante lo que a bien tenga. Para Sacher-Masoch este asunto iba en serio, como lo demuestra el hecho de haber vivido su fantasía en la realidad al formalizar un contrato con Aurora Rümelin, quien aceptó encantada esclavizar al escritor, con quien se casó, adoptando el nombre de Wanda, como la protagonista de la novela. Así, Sacher-Masoch se convirtió en el personaje de ficción que él mismo había imaginado y creado.

Para Kafka las cosas funcionan distinto, pues parte de una fantasía

-La Venus de las Pieles-, que le inspira una relación real -con Felice Bauer- que logra satisfacer mediante una ficción en La Metamorfosis. La literatura para él es un mecanismo que le proporciona y le satisface sus fantasías. En el caso de La Metamorfosis le permite vivir el matrimonio en la virtualidad literaria, que actúa como sustituto del matrimonio real, al cual exorciza. Por eso, el ideal que inspira la obra y el ideal que lo encarna, que en la La Venus de las Pieles son dos mujeres que actúan como polos a través de los cuales circula la literatura la ficción-, son en La Metamorfosis_, una misma mujer -Felice Bauer- que circula a través de dos polos de ficción. Por lo demás, esta mujer que sirve de "conductora" de la fantasía de Franz Kafka no precisa ser una hermosa baronesa, pues de hecho Kafka, cuando vió a Felice por primera vez, la confundió con una criada a la que, en los primeros tiempos, no era capaz de mirar de frente por el brillo infernal de sus dientes de oro.

Gregorio se ha transformado en un insecto al entregarse a la dama de las pieles, que lo ha hecho su esclavo, y aún no sabe si su condición es permanente o momentánea. La puerta de su habitación separa el mundo de la fantasía del de la realidad, estando ésta del lado donde su familia y el trabajo lo reclaman. Gregorio no se anima a enfrentarse con la realidad hasta cuando el gerente llega e insinúa que Gregorio quiere robarle al almacén. Este logra entonces abandonar la cama y se dirige a la puerta, que abre con mucha dificultad.

Al salir Gregorio, el gerente da un grito y retrocede, la madre se desmaya, y el padre rompe a llorar. Gregorio trata de calmar al gerente y evitar el despido, pero éste huye como alma que lleva el diablo. Ante ésto, el padre se enfurece y empuja brutalmente a Gregorio a su habitación, dando patadas y blandiendo un bastón en una mano y un periódico en la otra.

En esta dramática escena con la que termina la primera parte, una de las mejor logradas de la historia e inspirada en el reencuentro de Raskolnikov con la madre y la hermana en su pequeña habitación de San Petersburgo, Kafka nos da una idea de cuales eran sus relaciones con la familia y el trabajo, que por los días en que escribió la historia eran en extremo malas. El padre aparece como un ser tiránico y brutal, y la madre es presentada como un ser débil y sin carácter. En cuanto a la hermana, Kafka la aleja de esta escena mandándola a buscar al médico, quizás por delicadeza con sus hermanas, con quienes dice llevarse bien, a diferencia de su padre con el que se aborrecen mutua y decididamente,

según le escribe a Felice una semana antes de comenzar el relato.

Gregorio no será nunca más un hombre libre, condenándose a sí mismo para siempre a la animalidad. Esta transformación es voluntaria y de ella nada sabía su familia, que no tenía noticia de que algo semejante hubiera ocurrido alguna vez en la familia o entre vecinos, considerando la metamorfosis de Gregorio como una verdadera maldición. Gregorio atormenta a su familia hasta límites infrahumanos, impidiéndole llevar una vida normal, al hacer suyas las palabras del amargado ratón de las Memorias del Subsuelo, uno de sus antepasados directos: "Se que os tengo atormentados, que os hago sufrir, que no dejo que nadie duerma en la casa. Pues bien, no durmáis, daos cuenta a cada instante de que me

duelen las muelas. Ya no soy para vosotros un héroe como trataba de parecer antes, sino un ser vil, un bribón. !Nada me importa! Me alegro mucho de que sepáis como soy. Os repugna mucho oír mis viles gemidos? !Pues fastidiaros! !Vais a ver ahora que trino os preparo!".

En un principio, Kafka concibió La Metamorfosis como un pequeño cuento que terminaba con la primera parte de la historia. De haberse mantenido el plan inicial de la obra, La Metamorfosis sería entonces una pequeña joya del humor negro, con íntimas resonancias eróticas difíciles de percibir, y asimiladas por el desconcertado lector a un simple sueño. Pero una vez terminada la primera parte, Kafka siente un "deseo ilimitado" de verterse en la historia, un "deseo indómito" de proseguirla y el 23 de noviembre escribe a Felice que la "pequeña historia" "calladamente empieza a convertirse en una historia mayor". La historia es "algo tremebunda" y se titula La Metamorfosis_... Al día siguiente, lee la primera parte a sus amigos, que suponen se trata

de una lectura completa de la obra, según el testimonio que nos ha dejado de dicha lectura Max Brod. (Tiempo después, cuando Musil le pide a Kafka suprimir una tercera parte de La Metamorfosis para publicarla en la revista alemana Die Neue Rundschau, Kafka le responde que publique sólo la primera parte y con eso la historia queda reducida en dos terceras partes. Misil se desconcertó, con la propuesta, pero no tanto como Kafka.)

El domingo 24 de noviembre día en que Kafka hace la lectura a sus amigos, le presenta a Felice la historia en los siguientes términos: "Mi amor, pero que extremadamente repulsiva es la historia que acabo de apartar a un lado para recuperarme pensando en ti. Ha avanzado ya hasta un poco más de la mitad, y en su conjunto no estoy descontento con ella, pero en cuanto nauseabunda, lo es de un modo ilimitado, y cosas como esas, te das cuenta, provienen del mismo corazón en el que tu habitas y toleras como morada. No te entristezcas por esto, pues, quién sabe, cuanto más escriba y más me libere, más puro y digno de tí llegue quizás a ser, si bien quedan aún, desde luego, muchas cosas en mí que es preciso echar fuera, y las noches no podrán ser lo suficientemente largas para un quehacer, por lo demás, tan en el más alto grado voluptuoso".


Revision: 2021/01/09 - 23:40 - © Mauro Nervi




Top Back Print Search Sitemap Tip Login